
Claro, H
agucera, claro. Usted me conoce bien y lo que me dijo en el correo anterior: "tal vez
Pearl Jam fue más sentimiento para ti y
Smashing fue más espectáculo", es lo más sensato que he leído. Creo que eso es lo que me faltaba dilucidar, porque los dos conciertos me gustaron y no sabía cómo
catalogarlos. Lo de
Samashing fue realmente espectacular, su música es
súper elaborada, y veo que la lucha de
Billy Corgan contra el
pop tiene aplomo, porque su música es una respuesta contestataria ante la fórmula y el
acartonamiento de otros grupos (porque incluso hace melodías suaves, que se confunden con los
cimientos del
pop, y otras canciones tan fuertes que llegan al histrionismo del metal más pesado). Eso es lo que entiendo luego de haber visto el martes el festival
Pepeworld, en el que estuvieron dos grupos más,
The Killers y
Kasabian. Sabes, me pasé tres horas oyendo la misma canción,
ta,
ta,
ta,
ta... eran composiciones calcadas desde una plantilla principal y ya.
The Killers incluso se empeñaron en mostrar una escenografía espantosa con
lucecitas en el
piano rhodes, y su música se basaba en una entrada con
loops de sintetizador. El cantante
Brandon Flowers ponía
play y seguían así todas la canciones. Era una burda mentira, todo se basaba en una maqueta
pregrabada a la que se juntaban vagamente la batería, y un probable bajo. Y
o no sé qué hacía ese guitarrista prestándose en esa suerte de
play back. Si me dicen que este es el futuro de la música, le hago caso a
Billy Corgan y me uno a su cruzada
antipop de música cruda y estilizada (¿contradicción? Para nada, es
Billy Corgan).

Bueno, mientras veía a los
Smashing en directo trataba de poner en la balanza cuál presentación había sido la mejor, si esta o la de
Pearl Jam. En un momento comprendí que era una tontería pensar en eso y recordé cómo en nuestras
andanzas musicales con los Rayuela, soñábamos cómo sería estar en un concierto de
SP. Cómo tratábamos de tocar
Zero, que en realidad era la única que nos salía más o menos decente. Y ahí estaba, con Spmashing Pumpkins, frente a frente, aunque faltaban la bajista D'
arcy y el guitarrista James
Iha, porque sus diferencias con el Corgan son
irreconciliables, así que hay nuevos integrantes en
SP:
Jeff Schroeder (guitarra) y
Ginger Reyes (bajo). Lo bueno de esta reunión es que la posibilidad de ver y oír a un
héroe de la batería, como
Jimmy Cahmberline, haciendo de las suyas con su estilo
power jazz, especializado en remates,
flams,
fills, y síncopas
alucinantes.
SP salieron de las cenizas, y en las nuevas canciones se siente que al fin (al fin)
Corgan se dio cuenta de que tiene un
gran baterista con el que puede explotar cosas no realizadas en discos anteriores: solos, improvisaciones, acoples entre ritmo y melodía, que era lo que le faltaba a la música de este grupo.
Chamberline es el mejor
baterista de los grupos
grunge y al fin se lo oyó en su verdadero
explendor en las canciones del nuevo disco. Cuando se fueron del escenario, la gente reclamó su presencia otra vez.
Corgan y sus muchachos regresaron y tocaron
To Forgive, una canción que a mí me emociona y que tengo entendido que nunca tocan en vivo. Para los que le seguimos desde la adolescencia fue un regalo de gran valor si se entiende que
Smashing Pumpkins estaban separados desde hace siete años, y que ni el
fan más optimista hubiese pensado que
Disarm o
To Night To Night volverían a oírse en vivo. Qué más te puedo decir, que la lucha
antipop continúa con
Corgan al frente.
Fotos: Eswin Quiñónez.
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