Prueba

El reino ya es un imperio. La conquista más formidable nunca antes vista en la Fórmula 1, a manos de un niño convertido en hombre. No se conoce emperador tan joven, tan voraz. La cuarta coronación de Sebastian Vettel llegó en la India, un circuito talismán rendido a sus encantos.

Sólo él sabe lo que es ganar en el circuito de Buddh. Allí, con otra proeza sin titubeos, continuó reescribiendo la Historia de la F1. Aparcó su bólido en medio de la recta principal tras poner el sello al nuevo título con dos trompos, después se arrodilló ante su monoplaza, al que agradeció los servicios prestados. Qué servicios. "¡Es increíble!", gritaba emocionado instantes antes por la radio del equipo. Antes de trepar enloquecido hacia el pesaje, antes de romper a llorar junto a Adrian Newey, gurú de Red Bull, antes de su coronación oficial. Momento para darse cuenta de que todo era real. De que su feudo es hoy más grande que ayer pero aún no conoce frontera, ni límite.

Aparcó su bólido en medio de la recta principal tras poner el sello al nuevo título con dos trompos, después se arrodilló ante su monoplaza, al que agradeció los servicios prestados. Qué servicios.

"¡Es increíble!", gritaba emocionado instantes antes por la radio del equipo. Antes de trepar enloquecido hacia el pesaje, antes de romper a llorar junto a Adrian Newey, gurú de Red Bull, antes de su coronación oficial. Momento para darse cuenta de que todo era real. De que su feudo es hoy más grande que ayer pero aún no conoce frontera, ni límite.Aparcó su bólido en medio de la recta principal tras poner el sello al nuevo título con dos trompos, después se arrodilló ante su monoplaza, al que agradeció los servicios prestados. Qué servicios.
"¡Es increíble!", gritaba emocionado instantes antes por la radio del equipo. Antes de trepar enloquecido hacia el pesaje, antes de romper a llorar junto a Adrian Newey, gurú de Red Bull, antes de su coronación oficial. Momento para darse cuenta de que todo era real. De que su feudo es hoy más grande que ayer pero aún no conoce frontera, ni límite.

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